La monodia religiosa

En la monodia un número variable de intérpretes sigue el principio de emitir una sola nota a la vez. De ella deriva toda la música y todas las formas de aprendizaje. Todavía hoy, los niños de los primeros cursos de música ejecutan simultáneamente una misma melodía que les ha sido propuesta como ejemplo. La dificultad se incrementa en gran medida si se le añade otra voz (que comenzó con el uso elemental del canon).  La larga génesis de la música occidental empieza con un milenio dedicado a la monodia. Con el nacimiento de la polifonía (varias voces) empieza realmente la aventura de la música europea que conducirá al apogeo de la época tonal.


El problema de los modos 

El modo, en su acepción más simple, es la organización jerárquica de todas las notas empleadas en el canto. En el siglo VI, se fijaron en ocho los modos gregorianos, o sea un total de cuatro escalas basadas respectivamente sobre los grados re (protus), mi (deuterus), fa (tritus), sol (tetrardus).  Cada uno de ellos es susceptible de ser colocado en dos distribuciones llamadas el modo "auténtico" (del griego authenthès [dominante]) y "plagal" (plagios [oblicuo]). 
Por muy árida que sea la realidad, hay que tenerla en cuenta para nuestra percepción de la música medieval y para entenderla en toda su complejidad. Sobre todo porque no es capaz de restituir los elementos esenciales de esta música: el ambitus (extensión entre la nota más alta y la nota más baja de una melodía), el ethos (forma de ser, de expresión particular de cada modo), el papel central del tenor, la organización de los grados esenciales alrededor de la final (estructura sonora del modo), etc.


La mano guidodiana fue un sistema mnemotécnico utilizado para ayudar a leer a primera vista. Algunas de las formas de este sistema pueden haber sido empleadas por Guido D'Arezzo, musicólogo medieval autor de varios tratados sobre teoría de la música.

Edad Media

No se puede realmente llegar a comprender los géneros musicales de la Edad Media sin tener en cuenta dos aspectos esenciales de la realidad de aquel tiempo : por una parte el peso que tenía la Iglesia en la construcción de la realidad milenaria europea y, por otra parte , la necesidad que tenía la Iglesia de propagar el mensaje evangélico por todos los canales a su alcance, entre los cuales se encontraba la música, como servidora supuestamente fiel a la palabra divina. El melómano a menudo suele asociar el canto gregoriano con la Edad Media. Cabe aquí recordar que el papa Gregorio el Magno (590-604) fue quien impulsó la recopilación y sintetización de los elementos cantados de la liturgia, y esta herencia ha ido fecundando a través de los siglos gran parte del patrimonio musical europeo hasta llegar a nosotros.


Una persona tan especializada en la música medieval como Gérard Le Vot destaca el problema de hablar de los géneros instrumentales : "sólo se puede estudiar en serio la poesía cantada y la "polivocalidad"  (religiosas y profanas) ".  También es suya la afortunada expresión de "verdadero magma" para referirse a la melodía de los troveros, y que aplica a todo el milenio desde la época carolingia hasta el Renacimiento, recordándonos hasta qué punto "la heterogeneidad consustancial de la materia artística medieval no era posiblemente sentida del mismo modo por las personas de la época".


Otro problema crucial de la música medieval y, sobre todo de su restitución, son las fuentes. En efecto, no existe un primer esbozo de una verdadera notación hasta el siglo IX. Por lo tanto, durante siglos se seguirá intentando descifrarla de forma un tanto aleatoria, sin una pauta estricta y más o menos generalizada, a lo que hay que añadir la mala conservación de los manuscritos.


Por otro lado, hay que recordar que hasta el Renacimiento predominaba la transmisión oral de la música, sobre todo la que servía para la diversión, las circunstancias particulares y el entretenimiento popular, y que sólo se procedía a la notación de una pequeñísima parte de ella. Por lo tanto, no podemos dejar de tener en cuenta que el patrimonio que ha llegado hasta nuestros días está lleno de lagunas y que las fuentes literarias e iconográficas sólo pueden llenar una ínfima parte de ellas.


En la música medieval resulta difícil trazar la frontera entre género y forma, es decir, entre el procedimiento y el "polo formal" (Gérard Le Vot). En consecuencia, existe un peligro real de que se llegue a proponer una clasificación demasiado rígida. De todas formas, el repertorio medieval está compuesto por entidades sonoras muy diferenciadas y detectables hasta por los oídos menos expertos, lo que justifica, dadas las exigencias contemporáneas, que se realice al menos un inventario genérico.




Las siete artes liberales. Se dividen en dos partes, El Trivium (gramática, dialéctica y retórica )  y el Quadrivium  (aritmética, música, geometría y astronomía ). El Trivium está considerado la base necesaria para la maestría del Quadrivium. Casi todos los trovadores habían estudiado estas siete artes.